El año pasado se sancionó la ley de personas del mismo sexo. Argentina se convirtió en el primer país de América Latina en permitir que las personas homosexuales se casen y no que puedan concretar solamente una unión civil.
Se pudieron y se pueden notar dos posturas claras, una es la del lado conservador del país, la Iglesia, que argumentan que esta ley atenta contra la unión familiar, diciendo que cada vez habrá más homosexuales y la familia no existirá más.
La Iglesia, diciendo que Dios nos hizo hombre y mujer para que nos reproduzcamos, y seamos heterosexuales, cuando Jesús, el símbolo del cristianismo en ningún momento condenó a homosexuales, ni en la Biblia se da cuenta de ello, y hablan mucho de Dios, pero se olvidan que Dios es el amor, entonces es otra nueva contradicción de la “SANTA” institución.
La otra postura, es la de los homosexuales, y también personas heterosexuales que creen en igualdad de derechos.
Nadie dice que se tiene que hacer gay, solo que se les permita casar, no afecta en nada al otro, y de la mano de esto va el tema de la adopción y la concepción familiar.
Muchos dicen que dos nenes al ver que tienen 2 papas se volverán gays, cuando hay muchísimos casos de familias con padres gays, madres lesbianas, travestis, y sus hijos son heterosexuales y no tienen problema alguno. Es obvio que la figura materna es muy importante en la vida del ser humano, pero tranquilamente dos hombres pueden cuidar juntos a un niño o niña.
Hay una frase que es muy sintética para este tema “la única verdad es la realidad”, y la realidad es que hay personas del mismo sexo que se aman y tienen derecho a ser tratadas al igual que el resto, por qué ellos no pueden acceder a la herencia de su pareja cuando esta muera, por qué no pueden querer criar a un niño.
Si hablamos de igualdad, que la igualdad sea para todo, y no solo para un discurso, mejor que decir es hacer, mejor que prometer es realizar.
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